miércoles, 7 de abril de 2010
Castigo al desacierto, premio a la racanería
Al Caja Segovia no le sienta bien jugar los martes. Lo pasó mal frente al Pinto jugando en casa en una jornada de martes por la noche, aunque se llevó los tres puntos, y ayer, en un Pedro Delgado que registró la entrada más floja de la temporada (enhorabuena a la Liga Nacional de Fútbol Sala por ese calendario hecho con los pies), perdió dos puntos frente a un Azkar Lugo que ni se mereció el punto que ganó a cuatro segundos para el final, gracias a un golazo de Adri, ni se mereció menos que la sonora pitada que se llevó por parte del público segoviano, al que no le gusta que le den gato por liebre cuando de espectáculo se trata.
Porque ayer el Azkar sólo fue valiente en la sala de prensa, donde su entrenador tuvo la osadía de señalar que “los dos equipos queríamos ganar” aunque poco después debió de ver muy clara la exageración, y matizó con aquello de “aunque cada uno con nuestras armas”. La verdad es que Bruno García, al que en Segovia se le tiene por un tipo sensato, planteó un partido eminentemente defensivo, con su equipo haciendo un desgaste inmenso persiguiendo a los jugadores del Caja, y jugando a la nada más absoluta con el balón en los pies. ¿Se acuerdan de la “posesión improductiva” de Miguel Rodrigo cuando su equipo iba ganando? Pues el seleccionador de Japón ya tiene un discípulo en eso de tocar y tocar y no buscar la portería contraria con el marcador a favor. Claro que teniendo en cuenta que sólo se quedó con Matamoros de pívot, ya que Beto se marchó tras marcar el 0-1 y De Bail se quedó sin jugar tras unos minutos en la cancha verdaderamente lamentables, su esquema de juego resulta casi hasta comprensible.
El racanísimo planteamiento del Azkar salió bien por varios factores. En primer lugar porque en los primeros cuatro minutos de partido Toni rechazó dos clarísimas ocasiones de Keny, el larguero desvió otra de Matías, y una cuarta la envió Keny fuera cuando lo más fácil era meterla dentro. En segundo lugar porque en el primer acercamiento lucense Beto hizo el 1-0 culminando en el segundo palo una meritoria jugada por banda, y en tercer lugar porque transcurridos esos primeros cuatro minutos el Caja se perdió en imprecisiones en su juego ofensivo.
Pensará el aficionado que estuvo en la grada que los árbitros también tuvieron que ver, y quizá no le falte razón, porque los madrileños Gutiérrez y Lope fueron demasiado permisivos en bastantes acciones de los lucenses. Pero los colegiados acertaron al señalar la mano de Cidao fuera del área en el último minuto de la primera parte, que significó la expulsión del capitán del Caja y la correspondiente inferioridad del equipo de casa durante dos minutos. Así que tampoco es plan de echarles siempre la culpa a los señores de gris.
Fue precisamente con la expulsión de Cidao cuando se vio de verdad a lo que venía a jugar el Azkar, que era a nada. Difícilmente se podrá ver una superioridad de dos minutos jugada con tan poca ambición como mostró el cuadro lucense, que apenas probó a Alberto en un par de ocasiones en los últimos segundos de la primera parte, y en ninguna en los primeros compases de la reanudación. Y si no lo hicieron jugando con uno más, imagine el lector lo que lanzó el Azkar a la portería del Caja en igualdad de jugadores.
El equipo de Jesús Velasco se rehízo en la segunda parte, y de la mano de Matías comenzó a hacerse más agresivo, tanto en la presión como a la hora de encarar a su oponente, que si en la primera parte sólo usó los brazos para frenar a los segovianos, en la segunda también tuvo que usar las piernas a base de zancadillas. Así el Azkar se metió en cinco faltas cuando el partido apenas había cumplido su minuto 8 de la segunda parte, y uno más tarde Matías, tras combinar con Nano en el puesto de pívot, se giró y puso el balón lejos del alcance de Toni.
Con el público, pocos pero animosos, llevando en volandas al equipo, el Caja forzaba una y otra vez las acciones ofensivas, hasta que al final los colegiados no tuvieron otra alternativa que pitar la sexta falta de Azkar, que Nano clavó en la escuadra. Lo más difícil estaba hecho, así que cuando Bruno García puso a Adri como portero-jugador, el equipo de casa ya estaba bien pertrechado en defensa esperando un robo que le diera la opción de sentenciar el partido.
Y no hubo una opción, sino tres de cerrar el choque con un tercer tanto. Pero la suerte volvió la espalda en los lanzamientos de los segovianos, y a cuatro segundos para el final Adri remató un saque de esquina directamente a la escuadra de la portería local. No siempre la suerte va a estar de cara, y ya se sabe que los goles no se merecen, se marcan.
Fuente: El Adelantado de Segovia.
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