lunes, 24 de mayo de 2010
La gasolina no dio para más
El Caja Segovia se despertó abruptamente de su sueño de alcanzar la final de la liga. El MRA Navarra ejerció de despertador, y en un tercer encuentro mucho menos emocionante de lo que se esperaba puso en evidencia las carencias de un equipo segoviano que es todo corazón, que tiene dos o tres jugadores desequilibrantes, que cuenta con un envidiable espíritu de grupo, que sabe correr al contragolpe como nadie, y que tiene un cuerpo técnico que sabe de qué va este deporte, pero que no es un súper equipo, como no lo era a principio de temporada, cuando absolutamente nadie daba un euro por él. Por si acaso a alguien se le ocurre, las medallas, mejor al bolsillo.
Con el paso de las jornadas, no han sido pocos los que han/hemos pretendido comparar este Caja Segovia con el histórico equipo que lo ganó todo a finales de los noventa y principios de la década de los 2000. Cierto es que hay ciertas similitudes, pero las diferencias entre el “súper” Caja y este buen equipo de ahora se hacen más grandes en partidos como el de ayer, cuando la alta competición exige jugadores que no sólo sean capaces de sobrepasar sus límites físicos, sino también despuntar en posiciones específicas, tales como el pívot, así por poner un ejemplo. Y esos jugadores, o te los inventas de la nada (los formas, los trabajas, y después te los quitan los del talonario), o te cuestan un dinero que el club no tiene.
El MRA, que comenzó la temporada tan titubeante que al final de la primera vuelta estaba mucho más cerca del descenso que de jugar por nada más, aprendió de este duro periplo por la zona baja que para ganar es mejor jugar feo y defender mucho que andarse con alegrías ofensivas y encajar goles en los contragolpes. Así, poco a poco, fue saliendo del descenso, metiéndose en play off, ganando a Inter en los cuartos, y colándose en la final haciendo gala de lo que quiere su entrenador que sea, una roca en defensa y una flecha en las transiciones ofensivas. El tiempo dirá si con ello le llega para ganar al todopoderoso ElPozo.
De momento, ayer le bastó para doblegar a un Caja Segovia que, sencillamente, no pudo más. El equipo de Jesús Velasco sólo necesitaba una cosa para seguir disimulando sus mermadas facultades físicas, y no era otra que el marcador le acompañara para que fuera el MRA quien tuviera que hacer el desgaste buscando la igualada. Pero este hecho no se produjo, porque el conjunto navarro hizo mejor sus deberes de lo que los hizo el sábado, y pronto puso en evidencia que había aprendido de sus errores.
Fue en el minuto ocho cuando Araçá se aprovechó de un desajuste defensivo segoviano para hacer el 0-1, pero prácticamente sin solución de continuidad, Daniel empataba el choque rematando dentro del área un saque de banda. El equipo local trató de aprovechar el golpe de efecto para ponerse por delante, pero se encontró con un gran Juanito bajo los palos.
Con la seguridad que aportó el portero del MRA, el equipo de Imanol Arregui se atrevió a salir al contragolpe, y en uno de ellos William hizo el 1-2, que fue demoledor para la confianza del Caja, y todo un bálsamo para el cuadro visitante, que se creció en defensa y buscó romper el partido en rápidas jugadas en las que tanto Parrel como Araçá se encontraron con el palo.
La mejor noticia para el Caja con la llegada del descanso era que aún seguía vivo en el partido, porque en fútbol sala un gol se puede marcar en cualquier acción afortunada, y el 1-2 aún daba opciones. Pero la salida del equipo local en la segunda parte fue demasiado esclarecedora para la grada. La gasolina se había terminado.
Cuando a un equipo como el Caja, que basa todo su juego defensivo en una fuerte presión, se le acaban las fuerzas, sus jugadores pasan de ser infranqueables a fácilmente superables. Así lo vio claro el MRA, que se cerró en diez metros y aguantó a que los de casa se desquiciaran en cada jugada un poco más para ir montando cada vez más y más peligrosos contragolpes. William, que de nuevo volvió a mostrarse tan buen jugador como gran provocador, hizo el 1-3 entrando por el centro como Pedro por su casa, y ahí el encuentro comenzó a morir, aunque la afición se dejara la garganta animando a sus jugadores.
Pero éstos ya no podían más. Velasco lo intentó cambiando quintetos y dando todo el aire que podía en las rotaciones, pero ni un solo jugador local tenía un gramo de fuerzas para tratar de asaltar la muralla que había puesto el MRA delante de la portería de Juanito. Y aún hubo un poco de suerte, porque el equipo visitante pudo marcar bastantes más goles a la contra, pero habría sido absolutamente injusto que el marcador se hubiera ido a una goleada para los navarros.
La eliminatoria se perdió ayer, pero comenzó a perderse el pasado martes, cuando con el 1-3 a dos minutos del final, un Caja Segovia sin fuerzas tras ser el único equipo que jugó tres partidos en cuatro días (y no es forofismo, es una realidad constatable) no supo mantener su victoria en el primer partido de la serie disputado en Navarra. Porque este Caja es un buen equipo, pero no es un conjunto campeón. Los equipos campeones cuestan dinero (que se lo digan a ElPozo o al Inter), mientras que para hacer un buen equipo “sólo” hace falta saber de fútbol sala, y contar con una afición que sea capaz de hacerte levantar nueve veces de cada diez que caigas herido. Lamentablemente, ayer fue la excepción, pero porque el Caja Segovia no estaba herido, estaba muerto de puro agotamiento.
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