viernes, 4 de febrero de 2011

¿Quién dijo fácil?


El Caja Segovia disputará las semifinales de la Copa de España de fútbol sala al imponerse en una agónica prórroga al Benicarló por el marcador de 5-4 en un partido que mantuvo la emoción hasta el final. Ese es el somero resumen de un encuentro de fútbol sala al que no le faltó de nada, porque tuvo goles, acciones de calidad, jugadas plenas de fuerza, no poca polémica, y tres mil almas animando de manera constante. Segovia ama el fútbol sala, y no se cansa de demostrarlo.
Se esperaba una salida en tromba del conjunto local, y lo cierto fue que el Caja Segovia acorraló a su oponente durante los primeros cinco minutos de partido, forzando numerosos saques de esquina, obligando a Diogo a intervenir en varias ocasiones, y finalmente marcando el 1-0 en el minuto 4, gracias al acierto de Geison. Había mucha fuerza en las acciones de los locales, así que era normal que poco a poco fueran bajando el ritmo, como así sucedió.
El Benicarló, en principio desbordado por su oponente, comenzó a hacer su partido, que no era otro que el de frenar el fuerte ritmo del Caja usando todas las armas posibles, ya fueran contactos exagerados, protestas por cada decisión que no les favorecía, o pérdidas de tiempo en los balones parados. Lo que hizo el Benicarló entra dentro de lo normal en un partido de tanta tensión, que los árbitros se lo consientan o no, ya es harina de otro costal.
Así que, mientras que el Caja iba perdiendo fuelle, el equipo de Juanlu Alonso se fue creciendo, hasta llegar a igualar el choque tanto en el juego, porque Cidao salvó un par de remates claros de Xapa y Lolo, hasta que a poco más de medio minuto para el descanso, Vadillo resolvió una buena acción de Chaguinha, dejando las tablas en el marcador, y una sensación en los aficionados de que el encuentro tenía mucha “tela” que cortar.
La salida del equipo de Jesús Velasco en el segundo tiempo fue mucho más inteligente que la de la primera parte, porque el Caja no se puso a dominar a base de esfuerzo físico, sino que lo hizo dominado el balón, llevándolo de un lado a otro de la cancha y moviendo sin parar a un Benicarló que se pasó muchos minutos sin superar el centro de la cancha.
De esta manera llegaron los tantos de Lozano y Borja, ambos tras buenas acciones colectivas, que pusieron en franquicia al Caja. Pero el Benicarló no es de los equipos que se rindan, aunque pierda por dos goles en casa de un equipo repleto de jugadores de calidad y apoyado por 3.000 espectadores. El esfuerzo que realizó el conjunto cadufero en el Pedro Delgado no hizo sino engrandecer al torneo, y contribuyó a dar más lustre a la victoria segoviana.
Xapa apagó los ecos del 3-1 con un remate al palo corto, el primero de los visitantes en todo el segundo tiempo, y poco más tarde era Lolo quien se encontró con la suerte de cara al lanzar con potencia y encontrarse con la espalda de Geison, que desvió lo justo la trayectoria del esférico para que éste entrada por toda la escuadra. Vuelta a empezar.
Llegados a ese punto del partido, minuto 34, las fuerzas empezaban a escasear, cualquier contacto era reivindicado con pasión desde la grada, y los nervios estaban tan a flor de piel sobre la cancha que hubo un par de conatos de tanganas, que afortunadamente se quedaron en nada. Y en estas apareció David para ponerle el balón por alto (más bien en globo) a Geison, quien en el segundo palo remató con toda la fuerza de la que fue capaz para hacer imposible el esfuerzo de Chaguinha y Diogo y marcar el 4-3.
La victoria parecía encarrilada, pero de nuevo el guerrillero Benicarló se empeñó en seguir vivo, y practicando un portero-jugador plagado de paciencia, tuvo sus opciones de empatar, aunque también encajó un gol anulado por unas banderas puestas con muy mala idea.
Los visitantes reclamaron una mano dentro del área segoviana, que no se señaló, y cuando nadie lo esperaba, llegó un error de Cidao, que a menos de 20 segundos para el final tuvo la opción de mandar el balón a Cuenca, y lo que hizo fue dejarlo en mitad de la cancha, para que Vadillo lanzara una contra frenética que acabó con Chaguinha marcando el 4-4. Increíble, pero cierto.
La prórroga puso la adrenalina por las nubes, con el Benicarló amagando con el portero-jugador, el Caja reaccionando a base de toque, Lozano fallando un doble penalti en el que Vadillo y Lolo hicieron todo lo posible por desquiciarle, y al final con un Matías que demostró por qué es lo que es, un marciano, cogiendo un balón suelto cerca de la banda, marchándose en velocidad, y soltando un latigazo ajustado al palo que, esta vez sí, tumbó definitivamente al Benicarló. Loa al ganador, pero también al que nunca dobló la rodilla.

Un error de lo más escatológico

Sin ánimo de ofender. Que en un pabellón de diez metros de altura donde se va a jugar al fútbol sala se coloquen en el centro tres banderas de alrededor de dos metros de largo es (permítanme el exabrupto) una “cagada” que a punto estuvo de costarle al Caja Segovia la eliminación.
A menos de un minuto para el final del tiempo reglamentario, y con el equipo visitante jugando con Retamar de portero-jugador, el balón le llega a Cidao, que rápidamente envía con el pie a la desguarnecida portería rival. En condiciones normales, ese lanzamiento no hubiera tocado el techo y se habría convertido en el inapelable 5-3, pero quiso el destino, o algún iluminado, que allí estuvieran colocadas unas banderas. El balón rozó una de ellas, y la jugada quedó invalidada. Al final del partido las banderas fueron retiradas ante los aplausos de los pocos aficionados que quedaban en el pabellón.

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