jueves, 9 de diciembre de 2010

Claves para una final


Dos plantillas insultantemente jóvenes se enfrentaron sobre la cancha del Pedro Delgado en un partido que el Caja Segovia calificaba como “una final”, mientras que el Carnicer no le iba a la zaga en cuanto a la trascendencia del choque, que no iba a decidir qué equipo se iba a clasificar para la Copa, pero sí qué equipo se iba a quedar prácticamente sin opciones de acabar la primera vuelta entre los ocho mejores.
Y cuando se trata de finales no basta sólo con jugar, sino que hay que saber cómo hacerlo. Hay que salir en tromba como hizo el Caja Segovia, agobiando a un Carnicer que a los ocho segundos ya había visto cómo un balón lanzado por Borja era desviado por Prieto y el larguero, y que a los cuatro minutos encajaba el primer gol después de una contra culminada por David.
Pero si se quiere ganar una final también hay que saber cuándo parar el ritmo, cuándo tocar y tocar para cansar al contrario, y a ello se dispuso el conjunto local durante diez minutos en los que el Carnicer fue un quiero y no puedo frente a la defensa segoviana. Dejaremos para otra ocasión lo de que para ganar finales hay que culminar las ocasiones, porque los de casa pudieron dejar sentenciado el partido en el primer tiempo, pero de nuevo se falló lo que no se puede fallar nunca, y sólo Geison pudo acertar con la meta de Prieto a la salida de un córner en el que la defensa del Carnicer estaba a verlas venir.
Más aspectos que hay que cuidar para ganar finales. Esforzarse al máximo en defensa debe ser una constante, como lo fue para el Caja en los primeros minutos de la reanudación, en los que el equipo visitante apretó de firme buscando reducir las diferencias. Cidao cometió un par de errores que salvó con algo de suerte, pero después se agigantó en la portería, y no dejó que el Carnicer se metiera en el partido, del que le sacó casi definitivamente Sergio, culminando una contra llevada por Borja y despejada por Prieto en primera instancia.
Con el 3-0, el Caja apostó por dejar pasar los minutos, manteniendo posesiones largas del balón que dejaban sin aire al Carnicer, que aunque finalizaba casi todas sus acciones ofensivas, nunca lo hacía de manera clara, sino con un defensor segoviano encima, lo que facilitaba la tarea a Cidao. El equipo de casa tenía tan maniatada a su oponente que daba la impresión de que Carnicer se resignaba a su suerte.
Pero las finales no se ganan sin una cierta dosis de sufrimiento, y a los de casa les tocó sufrir cuando, a cinco minutos para el final, el entrenador visitante, José Antonio Valle, se jugó el todo por el todo situando a Kita como portero-jugador. No es que el Carnicer hiciera el cinco para cuatro de cine, pero sí logró subir las pulsaciones del partido lo suficiente como para que el choque se convirtiera de ida y vuelta, precisamente el apartado en el que mejor se mueve el conjunto de Torrejón.
Cidao marcó desde su casa el 4-0 que parecía sentenciar el partido, pero bien sabe el aficionado al fútbol sala que con el Carnicer en pista los últimos minutos siempre son de infarto, y en esta ocasión no lo fueron menos.
Kita puso el 4-1 a más de dos minutos del final, Esquerdinha cometió un error de juvenil al hacer un menosprecio al árbitro teniendo una tarjeta amarilla (y esos errores hay que cuidarlos si se quieren ganar finales), y el partido cobró una nueva dimensión con el Carnicer en superioridad numérica. Pero...
Pero las finales también se ganan teniendo estrellas en la pista, y el Caja tiene una que se llama Matías. El argentino agarró el balón tras una buena recuperación local, se fue de todos los rivales que no osaron ni tocarle, y clavó el balón en la escuadra de la portería visitante. Un golazo que cerró el partido, aunque éste reservara para su último minuto tres tantos más, dos de Carnicer, que también se quedó con uno menos por la justa expulsión de David, y uno del Caja para dejar establecido el 6-3 en el electrónico, que significaba ganar una final. Los méritos de unos, y los deméritos de otros, lo hicieron posible.

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