miércoles, 12 de enero de 2011

Siempre en la maldita orilla




Si usted fue uno de los alrededor de 1.800 espectadores que se dieron cita en el pabellón Pedro Delgado, sepa que está de enhorabuena, porque fue de los privilegiados que tuvieron la oportunidad de ver fútbol sala en estado puro, con dos equipos jugando en el alambre, con alternativas tanto en el juego como en el marcador, con su dosis de polémica, con la emoción llevada al extremo en unos agónicos lanzamientos de penalti, y con la victoria de un equipo, ElPozo, cuyo triunfo fue tan justo como pudiera haberlo sido el del Caja Segovia si Kike (siempre Kike) no hubiera empatado el partido a cinco goles cuando al choque sólo le quedaban diez segundos para su finalización y los de casa defendían su victoria con todo lo que podían.
El Caja es un equipo aún en construcción, pero no cabe duda que partidos como el que disputaron ayer los jóvenes jugadores segovianos les sirven como cincuenta lecciones teóricas y sus correspondientes entrenamientos que les pueda ofrecer Jesús Velasco. ElPozo, que por algo es campeón de Liga y Copa, y líder actual de la competición, puso sobre la cancha la veteranía, la pausa y el toque, pero el equipo de casa puso la ambición, el descaro en su juego, y el derroche físico para superar a un rival que se sabía agotado tras jugar un duro partido en Santiago el pasado fin de semana, con dos viajes largos antes de jugar en Segovia.
Así que la primera mitad fue de tanteo, más que nada porque ElPozo marcó el 0-1 y bajó su defensa a media cancha esperando que fueran los locales quienes lo expusieran todo. Pero el Caja no exponía, sino que atacaba con cierto criterio, asediando pero sin destaparse atrás lo suficiente como para que los murcianos pudieran hacer gala de su letal contragolpe. Borja (que se doctoró ayer jugando minutos muy importantes) empató el choque en el primer contragolpe claro que tuvieron los de casa, tras un buen robo de balón de Sergio Lozano.
La primera parte acabó en tablas, así que ambos conjuntos lo dejaron todo para un segundo tiempo que empezó con dos sonoros bofetones de ElPozo en pleno rostro del Caja Segovia. Kike se inventó un pase inverosímil a Alex en el segundo palo para hacer el 1-2, y le birló la cartera y los donuts a David para marcar el 1-3 pocos segundos más tarde.
La ventaja parecía definitiva, pero por más que Duda rotaba y rotaba a sus hombres, éstos comenzaron a dar evidentes muestras de cansancio a partir del ecuador del segundo período. Como si esa fuera la señal que los de casa estaban esperando, Tobe revolucionó a la cancha y a la grada marcando el 2-3 girándose desde el puesto de pívot, y poco más tarde empataba el choque rematando en el segundo palo un extraordinario pase de Matías, al que los jugadores murcianos sometieron a un marcaje muy severo, pero no siempre efectivo.
Con la igualada en el electrónico, el partido parecía de cara para el Caja, a pesar de que ElPozo tuvo dos minutos de asedio brutal ante la meta de un Cidao que se creció en esos momentos de agobio. Pero un tres para uno en el que Lozano no estuvo todo lo fino que sí estuvo a lo largo del choque, vino a quitarle el aire al cuadro murciano, que a tres minutos para el final vio cómo Tobe hacía delirar a la grada empujando a puerta vacía un balón que se había quedado “muerto” tras no poder sujetar Chico un remate a bocajarro de Borja.
En ese momento, con todo a favor para los de casa, Duda se enfundó el traje de entrenador (de señor entrenador para más señas), puso en cancha el portero-jugador, y tras cuatro acciones que no fueron gol de milagro, Mauricio empataba el partido de fuerte lanzamiento. Tocaba remar otra vez.
Y el Caja remó, vaya si remó, de la mano de un Esquerdinha que a poco más de un minuto para el final, cuando el miedo guardaba la viña, recibió un pase de Tobe más cerca de la línea de banda que del área murciana, y de primeras enganchó un zapatazo raso y ajustado al palo ante el que Chico no pudo hacer nada. Parecía que ahora sí, porque ElPozo apenas tenía un minuto para volver a empatar el partido...
Y todavía le sobraron diez segundos. De nuevo con el portero-jugador en la pista, Álvaro esperó en la esquina a que apareciera Kike por el centro, y le puso el esférico medido para que el capitán de ElPozo, la auténtica pesadilla para el Caja en el partido de ayer (como en muchos otros), llevara las tablas al marcador al final del tiempo reglamentario. Prórroga.
En el tiempo suplementario, al Caja se le notó demasiado el disgusto por el empate recibido “in extremis”. Tanto fue así que la primera parte de la prórroga sólo tuvo un color, el rojo de ElPozo, que de la mano de Álvaro, otra vez con el portero-jugador en la cancha, hizo el 4-5. Antes, Cidao había sacado una mano increíble a Vinicius, muy desdibujado en este encuentro.
Restaba toda una segunda parte de la prórroga para que el Caja buscara el gol del empate, y lo encontró pronto, prácticamente al minuto de juego, cuando Esquerdinha remató de primeras un buen envío de Sergio González en un saque de esquina. A veces no hay que rebuscarse tanto las jugadas de estrategia para marcar, sobre todo cuando hay mucho cansancio acumulado en la pista.
Con la prórroga en su recta final, los árbitros se erigieron en protagonistas al expulsar a Tobe tras una acción protestada por el cierre del Caja. Durante un último minuto agónico, ElPozo dispuso de superioridad para ganar el partido, pero Saúl se encontró con el larguero, Vinicius con Cidao, y al final se llegó a los penaltis.
Y fue desde el punto fatídico cuando llegó el fatídico momento para Caja Segovia, con Sergio fallando su lanzamiento, Cidao enmendando el error de su compañero parando el penalti a Vinicius, y Geison enviando a las manos de Chico el lanzamiento definitivo, el que condenó al Caja a caer en semifinales, y llevó a ElPozo a celebrar su triunfo con las pocas fuerzas que le quedaban. Otra vez el Caja llevó al campeón de Liga hasta el límite, pero de nuevo faltó ese poquito de suerte (o de experiencia, o vaya usted a saber de qué...) para acabar ganando la eliminatoria. Fue una lástima, porque los segovianos hicieron, por lo menos, tantos méritos como su rival para haber ganado el choque.

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